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La paz: Un dulce fruto de Dios

TODO LO QUE TE CONDUCE A DIOS, TE BRINDA PAZ

Acercarnos a Dios con una predisposición plena, nos permitirá producir dulces frutos: "Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada. Juan 15: 5."

 

En Gálatas 5: 22-23 se describen los frutos del Espíritu de Dios. Y uno de estos maravillosos frutos es: la paz.

 

 

La paz nos permite sentirnos en un total estado de bienestar, calma, tranquilidad y sosiego: La paz nos brinda una plena serenidad espiritual, sentimental, mental, corporal y social. Por este dulce fruto, podemos alcanzar reacciones de "Dios" a la manera humana, frente a situaciones que nos suceden.

 

La paz interior es un regalo de Dios que nos entrega a plenitud: "Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo." Juan 14: 27. La paz interior que viene de Dios tiene un sabor tan dulce que no puede compararse con los aparentes bienestares que andan por doquier.

 

 

La paz exterior es la relación con Dios quien desea que tengamos con quienes nos rodean, para vivir en armonía: "Hagan todo lo posible, en cuanto de ustedes dependa, para vivir en paz con todos." Romanos 12: 18. Por tanto un cristiano coherente que agrade a Dios, buscará convivir en paz en su entorno: "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios." Mateo 5: 9.

 

Debemos dejar que el Espíritu de Dios nos llene y así tendremos la facultad de discernir claramente lo que nos produce paz interior, para ir hacia allá.

 

La ausencia de paz está alejada de Dios, en consecuencia, todo aquello que nos arrebate nuestra paz (personas, situaciones, lugares, etc.), no nos conviene dentro del plan perfecto que el Señor tiene para nosotros. La ausencia de paz exterior es la guerra, el conflicto, la ira, en general los malos deseos e impulsos que se oponen a la luz de Dios: "¿De dónde vienen esas guerras, de dónde esos conflictos entre ustedes?. ¿Quién hace la guerra sino los malos deseos que tienen dentro?. Santiago 4: 1.

 

Llenémonos de la luz de Dios y su Santo Espíritu para caminar por senderos que nos lleven hacia la paz, no permitamos que situaciones ajenas a la voluntad del Señor, roben nuestra paz y nos alejen de su plan perfecto.

 

Debemos ser personas de paz, y paz es la que debemos brindar al mundo. No caigamos en la trampa de la guerra, que se viste de luz cuando en realidad es oscuridad. Personas de Dios buscan en bienestar con paz y no con conflictos, incluso si hay de por medio un ideal del mundo por defender: "Después de todo el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres. Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No arruines la obra de Dios por un alimento. En realidad, todo es puro, pero se hace malo para el que come provocando escándalo." Romanos 14: 17: 20.

 

 

Recuerda: si estás en una encrucijada y no tienes claro el panorama de tu actual situación, descansa en el Espíritu de Dios para que puedas discernir si lo que vives actualmente te da paz. Si así es adelante, continúa; pero, si por el contrario no te da paz, es mejor alejarse y buscar un mejor sendero, el sendero perfecto que Dios tiene preparado para ti.

 

Con afecto,

Javier.

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