El maravilloso sacramento de la Eucaristía (Parte 2)

VIVAMOS LA EUCARISTÍA COMO EL DULCE LEGADO DE CRISTO

Una vez que Jesús instituyó la Eucaristía a sus apóstoles, y luego de que se les presentara y les diera el soplo del Espíritu Santo, ellos se dispersaron por el mundo predicando el Evangelio.

 

Asimismo, cada comunidad cristiana, se congregaba para celebrar la Eucaristía y así se ha mantenido hasta nuestros días:

 

"Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones."   Hechos 2: 42.

 

 

 

 

La celebración eucarística comienza con los ritos iniciales:

 

  • Canto de entrada: un canto fraterno da comienzo a la celebración para unirnos como pueblo entorno a Cristo.
  • Señal de La Cruz: el sacerdote inicia la misa con la Señal de La Cruz para ponernos en presencia del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
  • Acto penitencial: puestos en la presencia de Dios, reconocemos con humildad nuestras faltas:  <<Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. >>. 
  • Canto de Gloria: cantamos una alabanza al Señor es rendirle honor y gloria.
  • Oración colecta: Es el momento en donde el sacerdote lidera una oración en conjunto por nuestras necesidades.

Luego viene la Liturgia de la Palabra:

  • Primera lectura: tomada del Antiguo Testamento, es importante meditarla porque se enfoca a la preparación del pueblo de Dios antes de la venida de Jesús al mundo.
  • Salmo de respuesta: los salmos son composiciones poéticas de alabanza a Dios y se llama de respuesta o responsorial, porque se pone en práctica el escuchar y el responder. 
  • Segunda lectura: tomada del Nuevo Testamento, son los testimonios de los apóstoles, luego de la venida de Jesús. La segunda lectura se lee en los domingos y en días de fiesta. Caso contrario se omite.
  • Evangelio: es la palabra por la cual Dios nos habla a través de Jesús, pues en los Evangelios consta las enseñanzas de Jesús, sus ejemplos, sus milagros, sus obras.
  • Homilía: Es la reflexión que hace el sacerdote sobre las lecturas escuchadas.
  • Profesión de fe: es nuestra declaración explícita de nuestra creencia a través del Credo. El Credo corto es el Credo Apostólico, mientras que el Credo largo es el denominado Credo Niceno o niceno-constantinopolitano. Ambos Credos, se estructuran en tres partes, siguiendo la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre creador; creo en Jesucristo, su Hijo, nuestro Salvador; creo en el Espíritu Santo y en la Iglesia.
  • Oración universal:  Son peticiones abiertas donde la asamblea participa, y juntos nos unimos en estas peticiones.

Posteriormente viene la Liturgia de la Eucaristía:

 

  • Presentación de los dones: en este instante se lleva al altar el pan y el vino que el sacerdote ofrecerá a Dios para que Jesús se haga presente en la Eucaristía. También le ofrecemos a Dios simbólicamente nuestros esfuerzos, sacrificios, alegrías y tristezas. Le ofrecemos a Dios y a nuestra Iglesia nuestra contribución económica de todo corazón como siembra.
  • Oración secreta: Es una oración que el sacerdote dice en voz baja en un fraterno diálogo con Dios: “Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”. 
  • Prefacio:  el sacerdote prepara el momento más importante que se viene en un diálogo con la asamblea:  S/“Levantemos el corazón". A/ "Lo tenemos levantado hacia el Señor”. De esta manera, elevamos nuestro corazón ante el Señor.
  • Santo: es el final del prefacio, el canto del Santo es un canto de Alabanza a Dios para aclamar su llegada.
  • Epíclesis: es el momento donde el sacerdote invoca al Espíritu Santo para que santifique las ofrendas de pan y vino, imponiendo las manos sobre las ofrendas.
  • Consagración: así como Jesús les dijo a sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, el sacerdote, actúa en la persona misma de Cristo, y pronuncia las palabras que dijo en la última cena. Así como la encarnación del Jesús en el seno de la Virgen María, se produce la conversión de la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre, esto se conoce como: "transustanciación". Y al final, únicamente el sacerdote recita la doxología: “Por Cristo con Él y en Él a ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
  • Padre Nuestro: rezamos juntos la oración que Cristo nos enseñó.
  • La paz: con fraternidad, juntos como hermanos, nos damos la paz, un apretón de manos, un abrazo, un saludo de afecto.
  • Comunión: luego de haber efectuado una confesión ante un sacerdote y estar debidamente preparados, nos acercamos al banquete que Jesús nos ofrece: comer su cuerpo y beber su sangre. La ostia es el mismo Cristo presente, por lo que debemos guardar con celo y respeto su cuerpo, una vez recibido en nuestra boca, no lo podemos sacar al exterior pues éso sería un sacrilegio. Si no nos hemos confesado y nuestro corazón no está preparado para recibir a Cristo, debemos hacer una comunión personal, con un corazón contrito, invocando a Jesús a nuestra vida, repitiéndole que lo amamos, que queremos estar junto a Él, que queremos salir del pecado y que deseamos a un futuro inmediato alimentarnos con su cuerpo en una próxima misa.
  • Bendición final y despedida:  la misa termina con una bendición final por parte del sacerdote, de esta manera concluye la Eucaristía y podemos ir en paz, dando gracias al Señor por la oportunidad de participar de su legado y renovados para vivir con una renovación interior.

Sin duda, la Eucaristía es mucho más que una celebración. Es el encuentro con Cristo, con su Palabra, con su cuerpo, es alabanza, es perdón, es sanación, es liberación.

 

Recuerda esto: La Eucaristía debe ser valorada como un preciado tesoro de Jesús, debemos sentir gozo y libertad cuando tenemos la oportunidad de asistir a este Sacramento. Si cuando nos invitan a una fiesta procuramos vestirnos bien, o nos disponemos a pasarla bien; con mayor razón deberíamos llenarnos de alegría visitar la Casa de Dios y compartir su esencia.

 

 

Con efecto,

Javier

 

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