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Domingo de Ramos: Una reflexión sobre el Reino Celestial

DE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS, A SU PASIÓN

El Domingo de Ramos es el inicio de la Semana Santa, luego de una preparación entorno a la Cuaresma. En este Domingo, la Palabra de Dios, nos presenta dos acontecimientos importantes:

  • La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén
  • La Pasión de Jesús

Cuando Jesús hace su entrada triunfal a Jerusalén, estaba acompañado, la gente gritaba de emoción, en el ambiente se respiraba regocijo, pues los judíos proclamaban a su Rey: "Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»." Marcos 11 : 7-10.

 

Quienes acompañaban a Jesús estaban entusiastas y jubilosos porque aclamaban a su libertador. Sin embargo, entre ellos, había quienes veían en Jesús como a un rey terrenal, del mundo, a un rey que arrebatara el poder a los romanos y gobernara en sus aposentos.

 

Pero el Reino que Jesús proclamaba era muy distinto: un Reino de amor, un Reino Celestial, un Reino tan poderoso que no es de este mundo. Y desde esta entrada triunfal, Jesús marca una gran diferencia entre el reino terrenal y el Reino Celestial. Jesús monta un burro, no el típico caballo de guerra de los generales de la época. Jesús era aclamado con palmas y ramas de la naturaleza, no con armas, ni escudos, ni lanzas.

 

Es así que Jesús en su camino por la tierra, se perfilaba como un Rey Victorioso pero humilde, tal como lo dijo el profeta: "Salta, llena de gozo, oh hija de Sión, lanza gritos de alegría, hija de Jerusalén. Pues tu rey viene hacia ti; Él es santo y victorioso, humilde, y va montado sobre un burro, sobre el hijo pequeño de una burra." Zacarías 9 : 9.

 

Luego de leer en los Evangelios el relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, si nos adentramos en la Biblia, más allá de este pasaje; veremos cómo Jesús marca su convicción radical, por ejemplo: al limpiar el templo de los vendedores (Mateo 21: 12-13), al separar claramente por un lado, la entrega de impuestos al estado y por otro lado rendir Honor a Dios  (Mateo 22: 15-22), al hablar con dureza a los fariseos, es decir a la clase espiritual gobernante de Israel de aquél entonces (Mateo 23 : 13-39), al proclamarse hijo de Dios que no fue bien visto por los sacerdotes judíos que tenían un velo en su mente (Mateo 26: 57-66).

 

En este caso, Jesús se fue quedando sólo. Por un lado, el pueblo judío se iba "decepcionando" de su reinado que no era terrenal, querían ver a un Jesús haciendo el papel de soldado libertador para que pelee en contra de los romanos, y ése no era el libreto de Jesús. Asimismo, las altas cúpulas judías también le dieron la espalda por sus mensajes radicales pues veían que sus intereses se estaban afectando.

 

La historia bíblica nos relata que, en Pascua, los romanos tenían la costumbre de dejar libre a un preso condenado a muerte, a elección del pueblo. En aquella época estaba preso Barrabás, un criminal que tenía por "ideal" acabar con los romanos y dar "libertad" a los judíos. Al tener presos a Jesús y a Barrabás, el pueblo en su afán de buscar a un "libertador terrenal", terminó escogiendo que dejen libre a Barrabás y exigiendo la muerte de Jesús:  "Mientras tanto, los jefes de los sacerdotes y los jefes de los judíos persuadieron al gentío a que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Cuando el gobernador volvió a preguntarles: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?», ellos contestaron: «A Barrabás.» Pilato les dijo: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo?» Todos contestaron: «¡Crucifícalo!» Pilato insistió: «¿Qué ha hecho de malo?» Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza: «¡Que sea crucificado!»" Mateo 27 : 20-23.

 

Pese a que Jesús era pacífico, los romanos permitieron que Barrabás sea liberado a costa de ser una persona violenta y potencial amenaza para su imperio. Pese a que Jesús le habló al pueblo judío un mensaje celestial y les mostró milagros, ellos apoyaron su muerte porque al final no pudieron ver en Él a un rey más allá de los aspectos del mundo, esta también fue la causa de la traición de Judas. Pese a que Jesús quiso enseñar la verdad de la Palabra de Dios a las altas cúpulas judías, éstas le dieron la espalda e impulsaron su muerte porque tenían su corazón apagado. Al final todo se volvió un contubernio en contra de Jesús, y hasta sus propios discípulos y seguidores tuvieron miedo. Jesús tuvo que padecer una muerte de Cruz para demostrar su verdadero amor y desde luego su verdadero Reino Celestial. El relato completo de la Pasión de Jesús puede ser leído en Mateo 27 : 11-54.

 

En nuestros tiempos, el panorama es muy similar, pues vemos que las teorías de la violencia son apoyadas, vemos a gente buscar líderes que promueven una falsa libertad para buscar un "poder terrenal". Lastimosamente, la sociedad no está buscando el verdadero Poder que solamente puede darnos Jesús, quien nos ha preparado un Reino Celestial, de amor, de paz, de tolerancia.

 

El contraste de ir desde una entrada triunfal de Jesús hasta terminar en su Pasión, Crucifixión y Muerte, nos debe llamar a una reflexión profunda. Si bien es cierto que éste es el Plan de Dios para nuestra Salvación, también es un símil para comparar nuestras vidas, pues es posible que haya momentos en que nos sintamos gozosos con Jesús, pero por diversas circunstancias adversas terminemos dándole la espalda a nuestro Rey. No podemos dejar que ello ocurra.

 

Jesús nos trajo un mensaje de amor y paz, nos regaló la Eucaristía para recordarlo y comer su Cuerpo, murió por nuestras culpas para darnos Vida Eterna. Si aprendemos a llevar nuestra cruz de la mano de Jesús, al final saldremos victoriosos de nuestras dificultades, tal como lo hizo Jesús cuando venció a la muerte y resucitó.

 

Recuerda: Es importante reflexionar en esta Semana Santa sobre las alegrías y las contradicciones que podemos tener en nuestras vidas, y que en ambas circunstancias debemos estar cerca de Jesús. Un verdadero discípulo de Cristo vive de acuerdo a sus enseñanzas que las podemos encontrar en los Evangelios. Jesús, siendo Rey, se hizo hombre, servidor, humilde. Nos mostró que su Reino es de profundo amor y extensa paz, que debemos perdonar, que debemos sembrar, que debemos buscar un poder más allá de lo terrenal: un poder celestial.

 

Feliz Semana Santa.

 

Con afecto,

Javier

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