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Ética y estética: el equilibrio humano por excelencia

LOGREMOS UN BALANCE ARMÓNICO EN NUESTRO INTERIOR Y EXTERIOR

La ética comprende el conjunto de normas y costumbres relacionadas con el comportamiento del ser humano: sus valores, su integridad, su moral y accionar dentro de la sociedad para diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto en base a un discernimiento o razonamiento. 

 

La estética se enfoca en la percepción humana que tiene a la belleza, a la apreciación externa de las personas y objetos que nos provocan sensaciones desde el punto de vista externo.

 

Dados estos conceptos, entendemos que la ética es un enfoque brillante de nuestro interior; y la estética es un enfoque brillante de nuestro exterior.

 

En una sociedad marcada por estereotipos, un gran porcentaje de la humanidad busca mejorar su estilo de vida a nivel estético, exterior: belleza, vestimenta, bienes, entretenimiento. Pulirnos por fuera está bien, pero el enfoque debe ser atribuido a una evolución inspirada en nuestro esfuerzo diario, bajo la protección otorgada por Dios;  no basado en una regla que impone el mundo de tipo superficial, inerte.

 

Por otro lado,  un error vigente en nuestros días, es convertirnos en “humanos vitrinas”, en donde la apariencia externa parece ser lo único que importa en nuestra convivencia con la sociedad. Nos preocupamos por nuestra envoltura externa, pero descuidamos nuestra belleza interior. Predicamos, pero no practicamos. Nos quejamos, pero no proponemos. Queremos quedar bien ante el mundo, pero olvidamos quedar bien con Dios y nuestra conciencia. Acusamos a otros, sin hacer un examen de conciencia de nuestras propias fallas. Pretendemos tener la razón en nuestro “yo” egocéntrico, sin esforzarnos por comprender al resto. Queremos tener la última palabra, pero no podemos ser tolerantes con quien piensa distinto. Queremos recibir, pero nos cuesta dar.

 

Nuestra mejora integral será efectiva, si exclusivamente nos regimos en equilibrar nuestra evolución desde el interior para poder brillar al exterior. Un ser humano ético, íntegro, con valores, podrá brillar mejor con su mejora de aspecto externo. Mejorar por dentro, solamente se puede alcanzar si aprendemos a discernir entre lo bueno y lo malo que el exterior nos ofrece, debemos ser una fuente de procesamiento de información y no simples esponjas que absorbemos todo, sin razonar.

 

La razón de que exista un equilibrio entre la ética y la estética es simple: debe haber armonía entre la expresión con valores morales, correctos que demanda un adecuado comportamiento humano; y la apreciación externa que llame a los sentimientos, al mensaje perceptivo que se pretende difundir. 

 

Las apariencias deben reflejar nuestro verdadero interior, y viceversa. Esta armonía es clave para una calidad de vida plena, para la correcta toma de decisiones, para emprender nuevas ideas, y desde luego, para una sana convivencia en nuestro entorno. Cuando esta armonía se rompe en personas y en sociedades, se termina el verdadero crecimiento integral, de pureza humana.

 

Una impecable apariencia externa puede ser manchada por un interior tóxico, casos para ejemplos sobran. Familias que ante la sociedad parecen un modelo a seguir, pero dentro de casa no viven con amor. Medios de comunicación que pretenden vender imagen y marketing, pero su contenido tiene mentiras o sensacionalismo. Países que sacan a relucir lo mejor de su armamento, pero su integridad por la búsqueda de la paz está en el piso. Personas que se jactan de su profesión y dinero, pero son cómplices de corrupción y engaño.

 

La Palabra de Dios es clara en exhortarnos a pulirnos desde adentro:

  • Jesús llamó a la multitud y le dijo: «Escuchen y comprendan. Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella». Mateo 15 : 10-11.
  • ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? Lucas 6:41.
  • ¡Tú, que enseñas a los otros, no te enseñas a ti mismo! Tú, que condenas el adulterio, también lo cometes. Tú, que aborreces a los ídolos, saqueas sus templos. Tú, que te glorías en la Ley, deshonras a Dios violando la Ley. Romanos 2 : 21-23.
  • Que su elegancia no sea el adorno exterior –consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos– sino la actitud interior del corazón, el adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno. Esto le vale a los ojos de Dios. 1 Pedro 3 : 3-4.

Todo logro de un equilibrio,  requiere de mucho esfuerzo. Si a veces nuestra apariencia física nos cuesta trabajo pulir, mucho más costará renovar nuestro interior, pero es justamente allí donde debemos fortalecernos en Cristo, siguiendo su ejemplo, tomando su renovación y esforzándonos por desechar toda clase de situaciones que corrompan nuestra integridad: "Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que Él nos tiene reservada como herencia en el cielo." 1 Pedro 1 : 3-4.

 

Recuerda esto: Si buscamos mejorar nuestra belleza interior, la mejora externa vendrá por añadidura.  Una persona con conflictos morales internos, físicamente se verá con un semblante rígido. Pero una persona que actúa bajo el ejemplo de Cristo, estará en paz, amor y armonía; su semblante será de un rostro alegre y gozoso: "el reflejo de la belleza de Dios". Busquemos pues, llenarnos del Espíritu de Dios para renovarnos por dentro y seremos sin duda el espejo más brillante para exteriorizar la más sublime estética y vivir nuestros días al máximo.

 

Con afecto,

 

Javier.

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Comentarios: 1
  • #1

    sextel (sábado, 09 septiembre 2017 03:11)

    pozastawowy