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El arte de saber escuchar

DEBEMOS CULTIVAR EL ARTE DE SABER ESCUCHAR

Uno de los más puntuales esquemas de inducción que recibimos desde la niñez es el arte de saber escuchar: Que oír es simplemente percibir o captar los sonidos y voces que se exponen a nuestro alrededor. Por otro lado, escuchar es entender, asimilar y poner en práctica las indicaciones que percibimos.

 

En este sentido, el logro de saber escuchar no es sencillo, pues conlleva una importante responsabilidad del receptor hacia su emisor para comprender la esencia del mensaje recibido. El saber escuchar es una parte fundamental de la comunicación, el mensaje puede ser el más elaborado, el emisor puede comunicar de la manera más magistral posible el mensaje, pero si el receptor no se concentra para asimilar a profundidad el mensaje, el objetivo de la comunicación se habrá desechado.

 

"El que pone atención en los consejos saludables tendrá su lugar entre los sabios." Proverbios 15, 31.

 

 

Una buena cantidad de seres humanos, piensan que los problemas para saber escuchar, son frecuentes en la niñez, en su etapa académica, de aprendizaje. Pero lo cierto es que los problemas para saber escuchar son más profundos en las esferas de la madurez del ser humano, como en el aspecto laboral, de relaciones sentimentales, familiares, entre otras. Uno de los aspectos más importantes para demostrar amor, afecto o consideración a alguien, es precisamente, tomarnos el tiempo necesario para escuchar sus opiniones, consejos, preocupaciones y en general, sus puntos de vista.

 

El no prestar la debida atención, puede provocar diferentes conflictos que afectan a la relación con los demás, en especial con nuestros seres queridos. Otra falla en el arte de saber escuchar es de quienes no dejan que el emisor concluya su opinión, y comienzan a interrumpir o a "sentirse sabelotodos". Asimismo, puede ocurrir que nos cerramos a escuchar, pues ponemos a nuestras opiniones en un pedestal, y generamos barreeas para escuchar a las demás personas. Finalmente, un error que rompe la armonía de la comunicación, es no prestar atención a los pequeños detalles, a las cosas de fondo que el emisor está manifestando.

 

Escuchar es atender fielmente a la persona que nos habla, sin interrumpirlo, sin juzgarlo o criticarlo, es  darle peso a sus opiniones; implica muchas veces, dejar de hacer algo para prestar atención. Prestar atención al escuchar es un gran gesto de amor, pero sobretodo es una muestra de respeto y de mostrarnos interesados. El saber escuchar conlleva a comprender cada punto del mensaje expuesto y a ponerlo en práctica en cada momento, sin saltarnos aquellos detalles que pueden estar implícitamente expuestos en el mensaje.

 

Para escuchar hay que alimentar absolutamente todos nuestros sentidos. La conexión visual con nuestro interlocutor es algo básico, debemos mostrar seguridad de que nos importa lo que nos está diciendo. Nuestros gestos corporales deben ser de confianza para aportar a la tranquilidad y relajación de la conversación. Debemos hacer preguntas para aclarar cualquier duda y debemos llevar a la práctica el mensaje recibido.

 

Saber escuchar es muy importante no solamente para comprender un mensaje de una persona que nos comunica, sino  también para fortalecer los lazos de confianza entre ambos. Saber escuchar es fundamental en el área académica, laboral, sentimental, de negocios. Prestar atención a las palabras y gestos es muestra del respeto y afecto que tenemos hacia nuestro interlocutor. Si escuchar es importante cuando tenemos frente a un maestro, compañero de trabajo, amigo; con mucha mayor razón, debemos enfatizar el arte de escuchar en la familia, parejas, esposos. Los lazos de afecto y unidad, se consolidan en gran parte por la confianza genera al tomar muy en cuenta las opiniones, preocupaciones, consejos de nuestros seres amados, pero sobretodo que la escucha se vuelva a la práctica. Saber escuchar lleva a un comunicación plena, y consecuentemente, una relación armoniosa tiene una fluida comunicación.

 

De hecho, en nuestra vida cristiana, debemos saber escuchar la voz de Dios, uno de los canales es por medio de su Palabra, la misma nos indica que debemos escuchar, pero a la vez: practicar. "El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se miraba, se iba y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario, el que fija su atención en la ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla." Santiago 1, 23-25.

 

 

Recuerda esto: Escuchar atentamente es una habilidad que exige apertura, transparencia, comprensión, y acción. El equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el dialogo pleno, consolidando lazos de confianza, amor y respeto. 

 

Con afecto,

Javier

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