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La Armadura de Dios (Parte 1)

DEBEMOS REVESTIRNOS CON LA ARMADURA DE DIOS

En el contexto del "enfrentamiento", una armadura es una sólida vestimenta compuesta por piezas de material resistente que protegen el cuerpo del combatiente. En el mundo en que vivimos, los cristianos contamos con una armadura poderosa: "La Armadura de Dios", para enfrentar a los problemas, tentaciones y temores a los que estamos expuestos por ser hijos del Altísimo. Es claro, que los cristianos vivimos una constante lucha para procurar acercarnos al bien y alejarnos del mal.

 

Sabemos que somos fortalecidos en Cristo en todo momento si confiamos en Él, y Dios nos ha otorgado de su Armadura para enfrentar las adversidades propias del mundo: "Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la Fuerza de su Poder. Revístanse con la Armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los principados y potestades, contra los soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Efesios 6, 10-13.

 

Haciendo un análisis de esta lectura, primero es necesario fortalecernos en el Señor con la Fuerza de su Poder, para ello debemos confiar en Él a plenitud: sentir, respirar, vivir el hecho de que todo lo vamos a lograr en Cristo. En segundo lugar, la lectura habla de revestirse de la Armadura de Dios, es decir que primero debemos vestirnos de la confianza en Cristo para luego podernos re-vestir de Dios y su Armadura. En tercer lugar, hay un imperativo de Dios, explícito para todo cristiano: "Tomen la Armadura de Dios". En cuarto lugar, hay una advertencia, pues si no nos armamos de Dios, no podremos resistir el "día malo", los momentos difíciles, el tiempo debe ser aprovechado para bien. Finalmente esta parte de la Lectura habla de la promesa de Dios que al mantenernos firmes luego de haber superado la batalla como verdaderos caballeros de Dios, tendremos la victoria en Él.

 

Ciertamente, nuestra lucha espiritual puede verse debilitada si no estamos armados de Dios, y en consecuencia, al estar sin protección, seremos presa fácil al sucumbir en tentaciones, sentirnos débiles, desanimados, tristes, temerosos, caer en vicios, en pecado, o sentir que hacer el mal es más fácil que hacer el bien. Con firmeza y fortaleza en Cristo debemos enfrentar todas estas acechanzas y desecharlas con valentía y confianza en el Señor. La Palabra nos muestra claramente de qué se compone la Armadura de Dios con la que debemos revestirnos y no despojarnos de ella, bajo ninguna circunstancia:

 

"Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos." Efesios 6, 14-18.

 

Así pues, se compone la Armadura de Dios con la que debemos permanecer en cada instante de nuestras vidas:

 

  • Cinturón de la VERDAD
  • Coraza de la JUSTICIA
  • Calzado del EVANGELIO DE LA PAZ
  • Escudo de la FE
  • Casco de la SALVACIÓN
  • Espada del ESPÍRITU

 

Recuerda esto: La confianza plena en Dios nos dará fuerzas para fortalecernos en cualquier circunstancia, y si bien es cierto que por nuestras propias fuerzas no podríamos vencer, el amor infinito de Dios nos brinda una poderosa Armadura para vencer a su lado y enfrentar a cualquier adversidad que no sea del bien. Con Dios de nuestro lado y re-vistiéndonos de su Armadura, somos más que vencedores imitando a Cristo y haciendo el bien en todo momento.

 

Con afecto,

Javier