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Un toque de inteligencia emocional (Parte 3)

Cultivar hábitos de una sana inteligencia emocional es una tarea que requiere trabajo diario, persistencia y liderazgo personal. Las emociones son parte de nuestra naturaleza humana, pero los humanos también poseemos inteligencia para generar criterio, poner límites, tener dominio propio y equilibrio entre el sentimiento, la razón y la acción, sobre todo para no caer en actos perjudiciales para nosotros y los demás. Así está escrito: "Enójense, pero sin pecar: que el enojo no les dure hasta el término del día." (Efesios 4, 26).

 

Todas nuestras decisiones de pensamiento, palabra y obra, deben ser tomadas bajo un profundo e inteligente criterio de reflexión y análisis, así evitaremos que las emociones del momento nos lleven a precipitarnos, a pecar, o a arruinar momentos valiosos de nuestra vida.

 

Es fundamental comprender que no debemos depender de las emociones para sentirnos realizados. La realización personal depende de una profunda cercanía a Dios quien nos provee de una formidable inteligencia espiritual para tomar decisiones adecuadas y forjar estados anímicos de bienestar duraderos (algo muy distinto a las emociones del momento). Es decir, podemos encontrar problemas que nos generen emociones repentinas, pero si mantenemos un estado anímico de bienestar a lo largo de nuestra vida, ése instante puntual no repercutirá en nuestro trayecto. Es como un viaje en una carretera: si sabemos conducir con la velocidad adecuada y la mirada atenta al frente, cuando hallemos un bloqueo en el camino, sabremos reaccionar oportunamente para enfrentar, evadir o solucionar de forma eficiente, pues lo más importante es no perder el tiempo y llegar a la meta; el obstáculo no representa de ningún modo retorno al punto de partida ni tampoco fin del viaje.

 

Si vivimos con una genuina inteligencia emocional: podemos alterarnos sin pecar, podemos seguir confiando en Dios aunque no sintamos la "emoción habitual" en una alabanza u oración, podemos continuar amando a nuestros seres queridos a pesar de los problemas, podemos trabajar con alegría aunque nos encontremos con dificultades, podemos tomar decisiones adecuadas luego de apagar las chispas sentimentales que nos embargan.

 

A continuación, expongo varias técnicas que nos ayudarán a mejorar nuestro equilibrio de emociones y razones:

 

1. ANTICIPACIÓN A LA EMOCIÓN

 

Si sabemos de antemano que tendremos un encuentro próximo con una determinada situación o persona que nos pueda generar un elevado cambio emocional, anticipemos en nuestra mente las reacciones que tendremos. Conocer cómo reaccionamos y cómo modulamos nuestras acciones es primordial. Asimismo, si nos enfrentamos a situaciones desconocidas o incluso inesperadas, sí podemos anticiparnos a generar reacción y protección de bienestar. Para lograrlo, debemos invocar inmediatamente a la Santísima trinidad y a nuestra Madre María:

 

Padre Dios, te necesito

Amado Jesús, te necesito

Espíritu Santo, te necesito

Santa María, te necesito.

 

Ponle tu toque personal a esta breve oración o jaculatoria, verás que los resultados son impresionantes. Esta técnica te ayudará también a recordar las siguientes.

 

2. PAUSA ARMÓNICA

 

Si te sientes con ganas de actuar de manera impulsiva, logra detenerte repitiendo tres veces: ¡Jesús!. Las técnicas de hacer una pausa y respirar profundamente antes de actuar, son de grata ayuda pues nos permiten neutralizar los pensamientos agresivos y serenarnos. Inhala la mayor cantidad de aire que puedas, mantén la respiración por 4 segundos y exhala; repite esto las veces que sean necesarias hasta que sientas calma. Imagina cómo sustituyes los pensamientos negativos, por pensamientos positivos, de bienestar. Si tienes dificultades con esto, apaga tu boca y mira con bondad, en vez de palabras usa gestos amables.

 

3. RELAJACIÓN DE MENTE Y CUERPO

 

Es importante incentivar a nuestra mente y cuerpo por medio de la meditación y el ejercicio físico. Buscar un lugar pacífico para meditar e imaginarnos en un lugar tranquilo es bueno, lee un Salmo (como el Salmo 23, por ejemplo). Imagina varios escenarios de tus reacciones frente a un problema (real o posible) y visualiza cuál escenario es el que mejor contribuye a tu bienestar y luego pon en práctica en tu vida. Desde luego, la salud del cuerpo es fundamental, el ejercicio físico ayuda a canalizar las energías de manera equilibrada, las toxinas se eliminan, se oxigena la circulación sanguínea (de modo que nuestra mente y corazón están saludables).

 

4. TRASCIENDE MÁS ALLÁ DE TUS SENTIMIENTOS

 

Si experimentas una emoción, trata de buscar el origen de tus reacciones, tu pasado, investiga tu realidad y podrás hallar más respuestas para ser mejor persona y dejar que tus experiencias pasadas afecten tu presente. De la misma forma, trata de entender a las personas que te generen conflictos, deja el egoísmo y el querer tener siempre la razón. Finalmente analiza los problemas que te lleven a sentimientos negativos, quizá la solución sea tan simple que no vale la pena atormentarse.

 

5. ORA 

 

Busca tu espacio para conversar con Dios, entrégale tus problemas, tus pesos, ora por las personas o circunstancias que de algún modo te quitan la paz, ora para que el Espíritu de Dios te brinde dones para mejorar tu inteligencia emocional. El poder Dios en la oración apaga tentaciones y sentimientos inadecuados. Intenta dialogar con Dios como si lo hicieras con un amigo, porque Él no solamente es nuestro amigo, sino nuestro Buen Padre.

 

 

Si eres razonable conforme tus emociones, te irá muy bien: "El que adquiere buen juicio se ama a sí mismo, al que guarda la prudencia encontrará la felicidad". (Proverbios 19, 8)

 

 

Recuerda esto:

 

Las emociones no deben convertirse en una adicción o en un modo de vida para nuestro crecimiento espiritual. Nuestro modo de vida consiste en confiar en Dios para equilibrar nuestro corazón y nuestra mente conforme al amor que Él nos tiene y que lo demostramos a nosotros mismos y a los demás. Nuestras decisiones deben sustentarse en reflexiones profundas y meditación espiritual para forjar estados anímicos de bienestar duraderos.

 

Con afecto,

Javier

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