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Defendiendo nuestra fe con alegría (Parte 4)

Nuestro caminar debe estar lleno de Cristo como centro de nuestras vidas. Imitar a Jesús debe ser un objetivo diario, indispensable. Con Cristo lo tenemos todo, Él es la roca firme que nos mantiene vivos, fortalecidos y animados para vivir dentro del amor fraterno, para disfrutar las alegrías y enfrentar las dificultades.

 

Cuidar de su Iglesia es parte de nuestro amor a su Nombre. Es cierto que no estamos llamados a caer en provocaciones, ni tampoco estamos llamados a ganar debates con quienes no piensan como nosotros. Pero no está por demás tener conocimientos apologéticos.

 

El objetivo de Cristo, es que vivamos con amor y unidad en su rebaño para nuestra salvación eterna. La misión de los cristianos, es salvar almas, evangelizar con alegría imitando a nuestro Salvador. La defensa de la Iglesia de Cristo, debe ser contemplada desde el amor y corrección fraterna, para ello es importante alimentarnos de la Palabra de Dios en todo su contexto.

 

Un católico instruido adecuadamente no será víctima del engaño, por ello, se presentan varios temas puntuales para considerar en esta última entrega por el momento, de defensa de nuestra fe:

 

EL NOMBRE DE DIOS

 

El Antiguo testamento nos muestra el nombre de Dios como Yahvéh, que viene del hebreo YHWH que significa "YO SOY", es decir Dios es el único Señor y no hay otros dioses: "Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros.». Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahvéh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación.»"  (Éxodo 3, 14-15).

 

Con Jesús vivimos el Nuevo Testamento y el nombre de Dios toma un sentido más amoroso y paternal, Dios es nuestro Padre Bueno y nos ama con fidelidad: "Ustedes oren de esta manera: Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre" (Mateo 6, 9).

 

Discutir sobre el antiguo nombre de Dios, si es Yahvéh o  Jehová, no es relevante luego de Cristo, pues Él nos enseñó que Dios es amor, es nuestro Padre fraterno. Por eso, para orar con Dios, no hay nada más bello que referirnos a Él como Padre Bueno y Amoroso y sentirnos amados como niños. Debemos sentir dulzura espiritual a plenitud en nuestra relación con Dios.

 

 

EL DOMINGO ES EL DÍA DEL SEÑOR

 

Con la victoriosa resurrección de Jesús el día Domingo, la Iglesia celebra este día como el día del Señor, rompiendo así la antigua tradición de guardar el sábado (Referencia: Éxodo 31, 12-17). Sabemos que Jesús nos liberó de las tradiciones antiguas (Referencia: Gálatas 4, 4-5). La Biblia es muy puntual:

 

"Por eso, que nadie los critique por cuestiones de alimento y de bebida, o de días festivos, de lunas nuevas y de sábados. Todas esas cosas no son más que la sombra de una realidad futura, que es el Cuerpo de Cristo". (Colosenses 2, 16-17).

 

En efecto, con Cristo se inaugura un tiempo nuevo, una Nueva Alianza entre Dios y sus hijos. Él es el Alfa y el Omega (Referencia: Apocalípsis 1, 8), así como el Domingo es el primer día de la semana y el último de la creación.

 

Cristo resucitó de entre los muertos el "primer día" de la semana (Referencia: Mateo 28, 1 / Marcos 16, 2 Lucas 24, 1 Juan 20, 1). El “primer día”, el día de la Resurrección de Jesús recuerda la primera creación y nos confirma que la celebración de la Nueva Alianza es el Domingo:

 

"Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro". (Marcos 16, 1-2)

 

Con Jesús, para los cristianos, el Domingo se convirtió en el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del Señor para celebrar su victoria gloriosa sobre la muerte. La Palabra de Dios muestra cómo los fieles comenzaron a celebrar la Eucaristía en el primer día de la semana, es decir el Domingo:

  • Hechos 20, 7-8
  • 1 Corintios 16, 1-2 (en este pasaje también podemos dar evidencia bíblica de las limosnas que se recojan en la misa).

 

LA UNIDAD DE LA IGLESIA DE CRISTO

 

La Iglesia Católica es universal, vive en unidad y en paz. Vive con un único bautismo y una sola fe. La Iglesia de Cristo debe permanecer unida y sin divisiones: "Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo." (Efesios 4, 3-5).

 

 

ROMA Y LA RAMERA DEL APOCALIPSIS

 

Cuando alguien ofende a la Iglesia Católica y al Vaticano en su sede en Roma, al compararla con la "ramera" que aparece en el libro del Apocalipsis, capítulo 17, lo más sensato es hacerle notar de la manera más cordial, que esta lectura bíblica no tiene nada que ver con la Roma actual, sino con aquella Roma antigua, enemiga de Cristo y responsable de dar muerte a los discípulos de Jesús

 

"Y en su frente un nombre escrito en forma misteriosa «La Gran Babilonia, la madre de las prostitutas y de las abominaciones de la tierra. Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla;" (Apocalipsis 17, 5-6).

 

 

LA VOCACIÓN DE CELIBATO DE LOS SACERDOTES Y LAS RELIGIOSAS

 

La vida consagrada de los sacerdotes y las religiosas se concibe como personas que entregan su vida al servicio de Dios, dejando a un lado la vocación del matrimonio. Las referencias bíblicas las podemos encontrar en: 

  • Mateo 19, 11-12.
  • 1 Corintios 7, 34

 

EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN

 

Un sacerdote confiesa y perdona los pecados, por medio de Jesús. Fue Él quien otorgó a los sacerdotes, la facultad de perdonar los pecados por medio de su Santo Espíritu (Referencia: Juan 20, 22-23). De modo que la confesión ante un sacerdote tiene sustento bíblico:

 

"Confiesen mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para ser curados. La oración perseverante del justo es poderosa". (Santiago 5, 16)

 

 

EL AGUA BENDITA

 

El agua bendita es un sacramental que los católicos podemos dar uso para bendecirnos y bendecir nuestro hogar y a los objetos que están a nuestro uso. La Biblia avala el agua bendita:

 

"Ustedes servirán al Señor, su Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ti las enfermedades"  (Éxodo 23, 25).

 

  

EL BAUTISMO

 

El bautismo es la bendición inicial para formar parte de la Iglesia de Cristo, el bautismo con agua es un tesoro instaurado por Él:

 

"Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es espíritu." (Juan 3, 5-6)

 

El bautismo con agua bendita permite vincularnos como hijos de Dios y recibir a su Santo Espíritu.

 

"Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo: «¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?». Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días." (Hechos 10, 45-48)

 

 

Recuerda esto,

 

Defender a nuestra Iglesia Católica es muy aceptable dentro de un ambiente de amor y respeto con cualquier interlocutor. Un católico preparado será un instrumento de luz y podrá ser luz para los demás.

 

Hay tantas cosas por escribir, por lo pronto, dejo unos recursos para que puedas descargarlos y seguro aportarán a un conocimiento más profundo de nuestra fe.

 

Con afecto,

Javier

 

 

RECURSOS PARA PROFUNDIZAR LA DEFENSA DE NUESTRA FE:  

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