· 

La Resurrección de Cristo es nuestra victoria

Celebramos la victoria de Cristo: su gloriosa Resurrección luego de su Pasión y Crucifixión.

 

La Pascua es una fiesta que honramos con gozo, al reconocer que el amor de Dios es infinito, poderoso e incondicional. Nuestras vidas se iluminan por medio de Jesús, su muerte fue necesaria para darnos Vida eterna.

 

Sin oscuridad no puede haber luz, sin muerte no puede haber vida, sin pecado no puede haber Gracia. Creer, sentir y vivir la victoria de Cristo nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de dejar morir todo aquello que nos ata a una vida de corruptibilidad. Las ataduras que nos alejan de Dios, hacen que el alma humana sea un alma muerta. El cristiano que vive en Jesús debe llenar su vida con la victoria de Cristo, y el primer paso para lograrlo es creer y reconocer este gesto heroico de Dios como es la prueba más grande de su amor. Jesús siendo Dios, se sacrificó el mismo por nosotros, venció a la muerte y resucitó glorioso. De esta forma estamos llamados a resucitar junto a Él.

 

Es cierto que en nuestra humanidad de carne hay una tendencia a la debilidad, al pecado, a caer en la tentación.  Pero en nuestro ser existe algo mucho más importante: nuestra alma tiene algo noble que hace que tengamos tendencia a hacer el bien, a ser justos, ésa parte es Dios buscándonos, tocando la puerta de nuestro corazón. Resucitar junto  a Cristo es buscar lo más noble de nuestra alma para vivirla en nuestra carne. 

 

La alegría más grande para el ser humano es la alegría de la Salvación. La fiesta de la Resurrección de Jesús resuena en nuestros corazones, y es necesario que nos vistamos con el traje de fiesta adecuado: nuestra fe. La convicción personal de cada uno de nosotros es reconocer que Cristo murió y resucitó por nosotros para darnos Vida Eterna. Nuestra Salvación será efectiva por medio de la fe en Cristo, esta fe implica seguir sus pasos, renacer de nuevo, morir para vivir, dejar lo malo que hay en nosotros para sembrar bondad en nuestro interior.

 

Este Domingo es un día fiesta, de celebrar que Dios nos ha hecho partícipes de su victoria. Seamos luz, hagamos de nuestras vidas una muestra viva de mejoramiento continuo, aprendamos a resucitar cada día en Jesús, con cada acto, con cada gesto de perdón y de amor, con cada palabra de bondad y esperanza que salga de nuestros labios. Seamos testigos de la resurrección de nuestra Salvador, con nuestra propia vida.

 

Si vamos a conversar de algo, que sean palabras de vida, de respeto, de amistad, de armonía. Si vamos a hacer algo, que sea un acto noble. Glorifiquemos a Cristo con nuestro modo de vida, una vida nueva, una vida que nos llene de paz, de la paz de Dios.

 

 

"¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por Él no serán vanos." (1 Corintios 15, 57-58).

 

 

 

Con afecto,

Javier

Escribir comentario

Comentarios: 0