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El océano del entusiasmo

El entusiasmo es el avivamiento del ánimo que se produce por algo que cautiva, motiva y regocija.

 

Este significado se torna más interesante cuando analizamos su etimología: la palabra “entusiasmo”  proviene del griego  “Entheos” y significa “Dios adentro” (En + Theos).

 

Enthousiasmós, tiene un definido concepto griego que significa: “inspiración divina o inspiración en Dios”  (ἐνθουσιασμός).  Cuando estamos llenos de Dios, estamos llenos de entusiasmo, tenemos esperanza, ganas de vivir, y mantenemos la alegría para seguir adelante. El entusiasmo es el motor de nuestro comportamiento. Cuando estamos entusiasmados con algo, nos esforzamos por alcanzarlo, y es que cuando habitamos junto a Dios, nuestro interior se llena de una poderosa fuerza para trascender: El Espíritu Santo. Ya lo dijo Santa Teresa de Jesús: "Quien a Dios tiene nada le falta". Una persona de verdadero valor cristiano, es una persona alegre, entusiasta, positiva.

 

 

Lamentablemente, esta emoción no está disponible para todas las personas. Hay quienes sienten que poco o nada pueden despertar pasión en sus vidas. Allí es justamente cuando hace falta la presencia del Señor. Un corazón alegre es el que alberga a Dios en su Santo Espíritu. Seamos entusiastas como fiel reflejo de Dios y su Santo Espíritu dentro de nosotros:

 

"Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos como en un espejo, la Gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu". (2 Corintios 3, 17-18).

 

Cada uno nosotros somos responsables de aceptar a Dios en nuestras vidas, y por ende de todos los beneficios que Él nos brinde para entusiasmar a nuestra vida. Más allá de "hacer lo que nos gusta", debemos apuntar a "amar lo que hacemos". Jesús ya nos enseñó que el amor encierra a todos los mandamientos y en consecuencia a nuestro estilo de vida. De hecho, la mejor forma de contagiar entusiasmo a otras personas, es entregando afecto, comprensión y motivación.

 

Debemos aprender de todo aquello que nos rodea, no tengamos miedo a los retos, busquemos sonreír aunque no tengamos motivos específicos. Recuperemos las ganas de vivir junto a Dios, solamente así podremos iluminarnos de verdad y nuestra alegría albergará un océano de paz. Incluso en nuestro silencio junto a una conversación con Dios, podremos comprobar que nuestra vida se reinventa constantemente, y seremos entusiastas desde el corazón.

 

Recuerda esto:

 

Vivamos con un corazón dispuesto a albergar a Dios en nuestro interior, a su Espíritu. Así podremos alcanzar un entusiasmo de vida pleno, llenemos al mundo con un entorno de entusiasmo para contagiar más entusiasmo, valoremos los tesoros que tenemos, persigamos a nuestras metas con pasión, ejercitemos nuestro cuerpo, alimentémonos sanamente, amemos, compartamos, seamos brillo de Dios junto a Dios.

 

Con afecto,

Javier

 

 

 

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