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La familia original es la base de una sociedad sostenible

Una sociedad sostenible y de valores, es primordial para que la humanidad continúe un adecuado rumbo de evolución. Sin duda, la familia es la base primordial para que la sociedad no se destruya.

 

La defensa del modelo de familia original o natural (el matrimonio entre hombre y mujer) no es cuestión netamente del ámbito cristiano, es cuestión de evidente desarrollo moral, social, económico, ético y cultural de cada nación, ya que su composición garantiza una sociedad estable y perpetua hacia el futuro. El matrimonio entre un hombre y una mujer es un modelo que permite el desarrollo integral de cada persona de manera digna. 

 

El plan perfecto de Dios para formar una familia, vincula un lazo de compromiso dentro del matrimonio entre hombre y mujer:

 

"Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne." (Génesis 2, 24)

 

Lamentablemente, los anti-valores  del "mundo moderno", han tergiversado con sus teorías al modelo de familia natural, valiéndose de argumentos tan superficiales pero a la vez tan seductores para personalidades frágiles, que el modelo del matrimonio entre hombre y mujer, está perdiendo el lugar que le corresponde dentro de la sociedad. 

 

Cuando se destruye el concepto de familia original, la sociedad tambalea y cae hacia su destrucción. Todo esto conlleva al resto de problemáticas humanas: hijos sin perspectivas sólidas de progreso, promiscuidad, abortos, infidelidad, machismo, feminismo, agresiones, violencia y matrimonios fragmentados, vidas destrozadas, en definitiva, un distanciamiento al amor de Dios, a su voluntad. La identidad del ser humano se pierde con la ideología de género que borra toda noción natural de identidad humana, en donde una persona puede sentirse un ser diferente a lo que realmente es, y aun así creer que es "correcto". Lo cierto es que esto es anti-natural. Hemos llegado a tal punto de aberración a la naturaleza, que no solamente vemos a hombres que se sienten mujeres o mujeres que se sienten hombres, sino a personas que se sienten animales, plantas y hasta objetos.

 

El ser humano está destruyendo la armonía natural con estas teorías que aparentan ser fuente de derechos dignos y libertad, y lo peor de todo es que varios organismos e incluso gobiernos están apoyando estas corrientes. Pero lo cierto, es que estas supuestas libertades solamente están condenando a la humanidad hacia su deterioro. La naturaleza de un hombre y una mujer son totalmente diferentes, por ello lo ideal es que un ser humano se forme con el apoyo de un padre y una madre. La biología natural es incompatible con un matrimonio distinto.

 

Jesús mismo vino a este mundo en medio de una familia natural, junto a José y María, nos mostró que el modelo de familia original es vital para crecer en verdadera sabiduría e integridad moral.

 

La mujer y el hombre tienen el mismo valor ante Dios, pero no el mismo rol. El rol del hombre es ser protector, proveedor. El rol de la mujer es ser complemento, virtud y armonía. Así pues, tanto los hombres como las mujeres serán felices cuando cumplan los roles que Dios ha asignado a cada uno. Cuando el esposo y la esposa buscan vivir a la voluntad de Dios, el resultado será un matrimonio feliz y fuerte ante las dificultades, y por tanto, constituirán una piedra preciosa para cimentar una sociedad de bienestar:

 

"Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen." (Colosenses 3, 18-21)

 

El matrimonio a la manera de Dios, es buscar similitud entre el amor de Cristo por su Iglesia:

 

"Porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo." (Efesios 5, 23- 28)

 

En estos tiempos, vivimos una corriente que ataca los valores de la familia original y no solamente afecta a los adultos, sino que pretenden imponer su ideología a los niños. Atacan la fe, a la Iglesia de Cristo, a los símbolos cristianos, se burlan de la naturaleza, y seducen a la gente con astucia. La naturaleza es una obra maestra de Dios, simplemente no vamos a escuchar a un león emitiendo sonidos de ave, pues es un león y su naturaleza es rugir. ¿Cómo es posible que el ser humano pretenda imponer sus debilidades personales como un derecho universal?.

 

El matrimonio igualitario es una ofensa a Dios, pues va en contra de su plan perfecto de procreación y unidad. La Palabra del Señor es muy clara para quienes caen en esta cárcel anti-natural, así como con las autoridades que avalan estos anti-valores:

 

"Por eso, Dios permitió que fueran esclavos de pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza. Del mismo modo, los hombres dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución merecida por su extravío. Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, Él los entregó a su mente depravada para que hicieran lo que no se debe. Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones. Son detractores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres, insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Y a pesar de que conocen el decreto de Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban a los que las hacen." (Romanos 1, 26-32)

 

Recuerda esto:

 

El reto para el cristiano de hoy es defender el honor de Dios en la familia original. Actualmente el mundo insulta a Dios con sus teorías que presumen una falsa libertad, pero en realidad son la vía directa hacia el fracaso y el encarcelamiento moral de la sociedad. La destrucción de la familia original es el inicio de múltiples problemas de la humanidad. La verdadera libertad es vivir dentro de la voluntad de Dios, vivir en armonía con la naturaleza, tal como es el plan perfecto del Padre con su Creación. No estamos llamados a ofender a quienes piensan distinto, debemos respetar a todas las personas como hijos de Dios. Pero ciertamente, como hijos de Dios que deseamos cumplir su voluntad, debemos defender el plan de Dios ante un mundo cada vez más desmoralizado.

 

Con afecto,

Javier

 

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