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Aprendiendo a amar

No todos sabemos amar, por eso Cristo vino a enseñarnos, con su sacrificio, su entrega, su sangre, como un verdadero amigo que está dispuesto a dar la vida por nosotros por su infinito amor.

 

La vida es un constante cambio y aprendizaje, por eso aprendamos amar, así como Jesús nos enseñó:

 

"No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre" (Juan 15, 13-15).

 

Aprendamos amar a Dios cuando disfrutamos de sus bendiciones, alegría, paz y gozo; pero amémoslo también cuando pasemos desiertos, crisis y problemas, sabiendo que luego de una crisis vendrá una gran bendición y que es necesario pasar por el desierto para que venga el paraíso.

 

Dios quiere que aprendamos a caminar, a ser peregrinos hasta la eternidad. Solo Dios basta y es el único definitivo en nuestras vidas; caminemos y descansemos, así como el pueblo de Dios en el desierto:

 

"Abran el camino a Yavé en el desierto; en la estepa tracen una senda para Dios; que todas las quebradas sean rellenadas y todos los cerros y lomas sean rebajados; que se aplanen las cuestas  y queden las colinas como un llano.  Porque aparecerá la Gloria de Yavé  y todos los mortales verán que Yavé fue el que habló". (Isaías 40, 3-5)

 

Aprendamos amar a nuestra pareja en las alegrías y tristezas, cuando estamos en la mejor etapa de nuestra relación y todo parece color de rosa, pero también aprendamos amarla cuando la visión romántica de nuestra pareja cambia, cuando conocemos sus defectos y descubrimos que no es la pareja perfecta. Aprendamos a superar los problemas , entendamos que entre nuestra pareja y yo hay algo mas importante que una discusión, un problema o un sentimiento; aprendamos que lo mas importante es el amor, aprendamos a transcender: amando también sus defectos, amándolo tal cual sin querer cambiarlo. El romanticismo no es el amor verdadero, la raíz es el amor, a veces es sacrificio, perdón, entrega, mansedumbre.

 

"Yo, el prisionero de Cristo», les exhorto, pues, a que se muestren dignos de la vocación que han recibido. Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros con amor.  Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu:  un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza". (Efesios 4, 1-4)

 

Aprendamos amar a nuestros amigos cuando comparten su tiempo, salimos a pasear y sabemos que estarán ahí para escucharnos, darnos un consejo, un abrazo, compartiendo nuestras alegrías y llorando nuestras tristezas, pero también aprendamos amarlos cuando están lejos, o ya tienen pareja, o se han casado y ya no nos escuchan como antes, cuando ya no los veamos; sabiendo que el verdadero amigo siempre estará ahí cuando lo necesitemos:

 

"Un amigo te querrá en todo momento: te ha nacido un hermano en previsión de días malos” (Proverbios 17, 17) 

 

Aprendamos amar a nuestra familia cuando seamos la familia feliz  y también cuando estemos tristes con problemas, enfermos, cuando no nos tengan paciencia y no entiendan nuestro carácter; aprendamos amar a nuestros hermanos en las discusiones y a nuestros padres cuando se vuelvan obstinados. Que el amor prevalezca en los matrimonios con fidelidad, respeto, comprensión y diálogo:

 

"Mas bien sean bondadosos y compasivos, unos con otros, perdónense mutuamente, así como Dios los perdono a ustedes en Cristo" (Efesios 4, 32)

 

Amemos como Dios nos amó, a tal punto de no escatimar nada para entregarnos a su Hijo único. Amemos con el ímpetu de Jesús, Él se entregó por completo en cuerpo y sangre para darnos Vida Eterna. El amor lo es todo y viene de Dios, Él nos enseña como amar con verdadera convicción.

 

Un abrazo en Cristo y María.

Lidia 

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