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Permanecer firmes en el camino al Cielo

Sabemos que la mayor meta para los cristianos es alcanzar la Vida Eterna luego de nuestra muerte.

 

Alcanzar el Cielo, vivir un eterno paraíso, una felicidad infinita junto a Dios, será nuestra recompensa por permanecer firmes en los caminos de Dios.

 

El Evangelio de Cristo, precisamente se centra en la salvación de las almas. Jesús nos mostró el camino para alcanzar la Salvación, la Vida Eterna.

 

Ciertamente, como toda meta, es importante que nos esforcemos para alcanzar el Cielo. A lo largo de nuestra vida terrenal, nos veremos tentados a apartarnos del camino, pero si nuestra convicción es permanecer con Jesús hasta el final, lograremos tal ansiada meta. Por ello, debemos caminar firmes dentro del camino que Cristo nos lleva, Él mismo nos indica que debemos perseverar para alcanzar el Reino de Dios:

 

"Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y él les responderá: "No sé de dónde son ustedes". Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas". Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!". Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos»" (Lucas 13, 22-30)

 

Jesús nos muestra claramente que aquellos que hacen el mal serán rechazados en el Reino de Dios, pese a que en su momento anduvieron incluso en los camino de Cristo. Jesús nos muestra que el camino hacia el Cielo requiere perseverancia en su amor hasta el final de nuestros días en la tierra. Vivir en los caminos de Dios es vivir cumpliendo sus mandamientos, y ya sabemos que su Evangelio se resume en el amor a Dios, en el amor al prójimo y en el amor a nosotros mismos.

 

Vivir dentro del camino de Cristo es vivir haciendo el bien. La promesa de Dios para quienes obran el bien es que recibirán la Vida Eterna por su constancia, Dios les dará gloria, honor y paz:

 

"Él dará la Vida Eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad. En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia. Es decir, habrá tribulación y angustia para todos los que hacen el mal: para los judíos en primer lugar, y también para los que no lo son. Y habrá gloria, honor y paz para todos los que obran el bien: para los judíos, en primer lugar, y también para los que no lo son, porque Dios no hace acepción de personas." (Romanos 2, 7-11)

 

La Vida Eterna supera infinitamente cualquier felicidad que podamos tener en la tierra. El Cielo es una dicha eterna, una alegría sin final. Lo único que nos pide Dios es que vivamos con amor y haciendo el bien. Sería muy tonto que una persona aniquile todo el bien que puede tener en su interior y condenarse a la soledad eterna.

 

Debemos perseverar firmes en Cristo hasta el último aliento de nuestra vida terrenal, y nuestro pasaporte al Cielo estará asegurado. En esta vida terrenal tenemos dos opciones para escoger: 1) Dios, y 2) la nada. Pues sin Dios, nada tiene sentido. Dios mira con dulzura al pecador arrepentido, y aunque Él no nos obliga a elegirlo, siempre esperará un momento mínimo para que volvamos a su camino. 

 

Hay personas que han perecido al final del camino, pues se dejaron arrastrar por el mal, en sus últimos días de vida. Así también, hay personas que han alcanzado el Cielo pese a que vivieron gran parte de su vida en pecado, pero al final se arrepintieron y buscaron a Dios.

 

Seamos personas valientes y busquemos nuestra gran meta junto a Cristo. Aquí unos consejos para permanecer en el camino hacia el Cielo.

 

  • Obrar bien, dentro del amor que Dios nos tiene. Eso basta para cumplir los mandamientos de Dios.
  • No dejarnos engañar por personas o teorías que pueden apartarnos de Dios.
  • No caer en provocaciones ni peleas. Hay rencillas que se convierten en rencores que duran años. Aprendamos a perdonar.
  • Cerremos las puertas al pecado, si caemos, busquemos confesarnos y participar de la Eucaristía.
  • Apegarnos a los tesoros espirituales (frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio propio).
  • Dediquemos una parte de nuestro día a alabar a Dios. Glorifiquemos su Nombre con nuestros sentidos.
  • Oremos constantemente, las jaculatorias son muy prácticas.
  • Abracemos a María como nuestra Madre. Busquemos su intercesión por medio de una oración.
  • Tengamos actitud de servicio en nuestro ambiente familiar, laboral y profesional.
  • Vivamos con la convicción de que tenemos un Padre Misericordioso, que está tocando nuestra puerta y estará dispuesto a perdonarnos y a levantarnos cuantas veces sea necesario.

 

¡Nos vemos en el Cielo!

 

Con afecto,

Javier

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Silvia C. Blanco R. (lunes, 26 agosto 2019 13:03)

    Ecxelente relexión con buenos consejos. Gracias.