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Lo que queremos de la vida

 

El cumplimiento satisfactorio de nuestros objetivos, es el resultado de haber tomado decisiones correctas y haber trabajado con esfuerzo previo.

 

Estos dos puntos deben ir bajo la plena confianza en Dios. Pues si no ponemos a Dios como supervisor de nuestra felicidad, nuestros proyectos tendrán un vacío inevitable. En consecuencia, nuestras decisiones serán inadecuadas y nuestro esfuerzo será un agotamiento sin éxito:

 

"Señor, muéstrame tus caminos y enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi Salvador, y yo espero en ti todo el día." (Salmos 25, 4-5)

 

En la vida nos enfrentamos a diversos problemas y probablemente tengamos en nuestro camino múltiples puertas para escoger, pero hay una única puerta que nos llevará al pleno éxito espiritual: la felicidad resultante de correctas decisiones y esfuerzo constante bajo la bendición del Señor.

 

Pretender logros sin esta premisa es un engaño. El éxito que produce gozo espiritual no podrá ser obtenido si dejamos de lado a Dios, creyendo que únicamente por nuestros propios medios podemos lograrlo.

 

De la misma forma, si de nuestra parte no nos alimentamos de sabiduría para tomar decisiones adecuadas y/o no trabajamos con esfuerzo, los resultados no podrán brillar en nuestro camino. Dios nos ha dado talentos, dones y bendiciones, pero si de nuestra parte no hay un acto de entrega, de sacrificio para asimilar lo que el Señor nos quiere mostrar, estaremos como ciegos y sordos en un camino lleno de oportunidades.

 

Para Dios, hubiese sido muy cómodo perdonarnos y otorgarnos la Vida Eterna sin la Sangre de Cristo. Pero Dios quiso mostrarnos que todo éxito requiere un previo sacrificio. La Gloriosa Resurrección de Jesús no pudo haber sido una realidad, sin su sacrificio en la Cruz. Dios mismo sacrificó a su único Hijo por nosotros: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Único para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga Vida Eterna."

 

Este versículo es uno de los más conocidos, y encierra un profundo significado: "el sacrificio es una muestra de amor". Muchas veces queremos alcanzar nuestras metas de la manera fácil, sin entregar un esfuerzo, un sacrificio personal. El amor también es entrega, es pasión, es renunciar a algo.

 

Todos los días, Dios nos brinda una oportunidad para alcanzar nuestros sueños. La decisión que tomemos o dejemos de tomar, es la que marcará la diferencia. El grado de esfuerzo, renuncia y sacrificio será también lo que marque la diferencia. Y desde luego, el tamaño de nuestra fe en Dios es lo que marcará la diferencia.

 

Dios nos dio la libertad de elegir la Vida Eterna o la muerte, la bendición o la maldición, el éxito o el fracaso, el camino angosto o el camino ancho. Somos los únicos responsables de nuestra alegría o nuestra tristeza. 

 

"Todo esfuerzo produce provecho, pero quien habla y no actúa acaba en la miseria." (Proverbios 14, 23)

 

Con afecto,

Javier

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Luisana (miércoles, 11 septiembre 2019 08:57)

    Excelente Buen trabajo!