Vivimos tiempos de constantes desafíos. Los retos financieros y las metas personales demandan un esfuerzo personal que debe ir más allá de hacer lo "básico".
Todo esfuerzo culminará en los mejores resultados cuando ponemos a Dios por delante.
Para poner en práctica esto, debemos partir de un principio único: "Construir nuestros proyectos sobre la roca firme de Dios".
Jesús nos mostró el camino para alcanzar la estabilidad en nuestros objetivos, sus palabras son precisas:
"Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande". (Mateo 7, 24-27)
Con estas palabras Jesús terminó el sermón de la montaña (Capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de San Mateo).
Un emprendedor que quiera alcanzar el éxito debe ser un seguidor y practicante de las enseñanzas de Cristo. Los cambios económicos, los tiempos críticos, las crisis financieras nos afectan a todos. Pero solo quienes tienen bases sólidas podrán mantenerse de pie y no se dejarán derrumbar ante las calamidades. El Espíritu de Dios es quien nos permite tener firmeza emocional, intelectual y sabia para enfrentar las tormentas. De este modo podemos sentirnos seguros si nuestros proyectos y actitudes personales se mueven al son de melodía del Señor. Un cristiano de fe inquebrantable podrá sentir cómo Dios lo provee en el ámbito financiero, intelectual y material.
La fe en Dios, el esfuerzo constante, la mentalidad innovadora, la confianza, la paciencia, y el liderazgo en decisiones, son algunas de las cualidades que todo emprendedor debe poseer para salir adelante ante los eventos adversos. Todas estas cualidades, permitirán que exista un propósito bien definido para saber hacia dónde queremos llegar.
Así, podemos definir a Jesús como el ser más exitoso en el mundo, a tal punto que logró cumplir su misión: salvar a la humanidad resucitando victorioso, luego de haber padecido un vía crucis. Deducimos entonces que el éxito no es sinónimo de dinero sino de gozo, de elevación espiritual, de trabajar con amor.
Cristo tenía un propósito bien definido y claramente establecido. Cuando comenzó su obra de salvación a los 30 años, logró transformar a la sociedad en tan solo 3 años. Tener la meta clara y el propósito bien definido le permitió a Jesús no perder su enfoque a pesar de todas las dificultades que pasó.
Algo muy importante para alcanzar nuestras metas es hacer algo diferente a los demás, sobresalir, ser radicales respecto a lo que todo el mundo hace. Así Jesús nos mostró esta cualidad cuando difundió su Evangelio en el momento justo y a las personas correctas, esto le permitió innovar en modos de comunicación a través las conocidas parábolas. De este modo, Él logró captar la atención de las personas y los mantuvo motivados.
Pero lo más importante que hizo Jesús fue que se sometió a la voluntad del Padre:
"«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba." (Lucas 22, 42-43)
Estas palabras fueron la base de la oración de Cristo en Getsemaní, quien estaba de rodillas en las horas más críticas antes de su Pasión, esto nos lleva a definir que la oración es fundamental en los momentos de angustia. Pero sea cual sea la dificultad por la que estemos pasando, si nuestra confianza en Dios es sólida, al final nuestra meta verá la luz.
No hay crisis más fuerte que Dios, no hay problema que Dios no lo pueda resolver, Dios es nuestro Padre Bueno y está dispuesto a bendecirnos. Quien a Dios tiene, lo tiene todo.
Con afecto,
Javier
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