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Unamos a nuestras familias imitando a la Sagrada Familia

La familia es un tesoro maravilloso que representa el origen de nuestro comportamiento, valores, creencias y actitudes ante la vida. En consecuencia, es la base de la sociedad. A pesar de los distintos problemas típicos de cada familia, al final del día es lo más relevante que nos queda para hacernos compañía. 

 

Por esta razón es importante valorar a nuestras familias, pues aun con sus dificultades, siempre será de alguna manera un apoyo esencial para no sentirnos solos.

 

Muchas familias no se conforman necesariamente por papá, mamá e hijos. Por diversas razones, hay familias que se componen de tíos, sobrinos, abuelos, hermanos, y no por ello dejan de tener el protagonismo que les corresponde. No olvidemos que Jesús siempre acompaña a todas las familias, independientemente de su estructura, estamos pues, invitados a abrirle la puerta de nuestras familias a su amor eterno. Con Dios acompañándonos, jamás podremos sentirnos abandonados.

 

Todas las familias del mundo, tenemos a un referente primordial para nuestro crecimiento espiritual: La Sagrada Familia. María, quien con su entrega total a la voluntad de Dios supo ser la Madre de Jesús. José, padre adoptivo de Jesús supo afrontar todas las dificultades para proteger al niño y a su madre en medio de las difíciles pruebas que atravesaron. Jesús, nuestro Salvador, que siendo Dios se rebajó a la condición humana para mostrarnos que podemos ser capaces de abrazar la santidad. 

 

La Sagrada Familia, es viva imagen de la unidad, del amor fraterno, de la confianza en Dios en medio de las dificultades. Ellos nos mostraron que la felicidad es vivir a Dios mismo en el camino, y que lo material no es lo más importante, sino el amor con el que se mantienen las relaciones familiares.

 

Las familias deben cultivar el amor, el respeto y la unidad para afianzar lazos fraternos duraderos y que sean ejemplo para la sociedad. Los esposos deben enamorarse todos los días, los padres deben educar a sus hijos de tal manera que ellos vivan su dignidad ante el mundo como Dios lo quiere.  Los hijos deben aceptar las enseñanzas de sus padres con respeto y cuidar de ellos en la ancianidad. En general, las familiar deben mantener valores cristianos que hoy en día parecen perderse en el mundo.

 

 

"El Señor honra al padre en los hijos y respalda la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre queda limpio de pecado; y acumula tesoros el que respeta a su madre. Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada; el que enaltece a su padre, tendrá larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre. Hijo, cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza; aunque se debilite su razón, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará a cuenta de tus pecados. " [Eclesiástico (Sirácides) 3, 2-6. 12-14]

 

 

"Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre. Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen." (Colosenses 3, 12-21)

 

 

 

Con afecto,

Javier

 

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