Hay momentos en la vida en donde nuestros ánimos están en caída. Lo cierto es que por nuestras propias fuerzas, jamás podremos alcanzar la plenitud de bienestar.
Los seres humanos somos tan débiles que en un descuido podemos pasar de la calma a la tormenta. Solamente Dios es el único ser infalible, perfecto y capaz de amarnos sin falla.
Dios es nuestro Padre bueno que jamás podrá fallarnos, quien pone su confianza en Dios lo tiene todo. Por ello, las relaciones humanas de todo tipo deben tener al Señor como el centro vital día a día.
Jesús se hizo humano para entender nuestra naturaleza, por ello siendo Dios y hombre a la vez, abrió el camino de la perfección para quienes confiamos en Él. Debemos entender que somos muy valiosos para Dios.
Cuando luchamos, Él lucha con nosotros. Cuando sufrimos, Él nos consuela. Cuando dudamos, Él escucha. Jesús tuvo un caminar humano en donde sintió la tentación, el dolor, la humillación, la decepción. Por ello, Jesús puede entendernos más que nadie en el mundo. Cuando nos pese la vida y nos falten fuerzas para luchar, Jesús está presente para levantarnos. Basta que de nuestra parte se lo permitamos.
Jesús nos acepta y ama tal como somos, sin condiciones, sin ataduras, sin reservas. Nadie en el mundo podrá igualar este amor tan profundo, pues solo Jesús ha estado en nuestros zapatos como nadie lo haría.
"Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la Gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno."
Saludos en el amor de Cristo.
Javier
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