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Entre el descanso y la fatiga

El camino del cristiano es difícil sin duda. Nuestra ruta de vida estará llena de alegrías y tristezas, de felicidad y decepción. Por más esfuerzo que le pongamos a la vida, jamás podremos evadir tiempos difíciles.

 

Los momentos complicados, lejos de arrancarnos las ganas de vivir, deben motivarnos para confiar en Dios, en que Él nos otorgará un mañana mejor.

 

La vida del cristiano es de valientes, Dios nos entregó la fuerza de su Espíritu, su amor consolador en nuestro interior para que logremos superar los tiempos de desierto. Jesús jamás se rindió ante las adversidades, nunca se detuvo ante los tiempos adversos, pues su motivación fue cumplir la voluntad de Dios a toda costa. Ni la muerte pudo detenerlo, al contrario Él salió victorioso y resucitó.

 

Cuando nosotros somos capaces de vencer las adversidades y nuestra esperanza la depositamos en Dios, estaremos seguros que vendrán tiempos mejores. Ningún problema por complicado que sea, debe ser suficiente para abatirnos hasta el punto de hacernos rendir. 

 

Tomar a Dios como nuestra fuerza es sin duda imitar a Jesús. Así que si nos cuesta seguir los pasos de Cristo, bien podemos comenzar con un esfuerzo para derribar la tristeza y dibujar una sonrisa junto a nuestro Padre Celestial.

 

Jesús nos enseñó que la fe mueve montañas, que la esperanza viene del Padre y que el amor resume toda Ley de Dios. Por tanto, los cristianos valientes debemos superar las dificultades en nombre de Dios con estas tres virtudes: fe, esperanza y amor.

 

"El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor."  (1 Corintios 13, 8-13 )

 

 

Así que cuando tengamos dificultades, debemos salir adelante victoriosos con una fe inquebrantable en Dios, con la esperanza de que vendrán tiempos mejores y motivados por el amor, un amor sincero que jamás pasará. Los cristianos vencedores jamás se rinden ante los problemas. Seamos cristianos victoriosos en una vida de lucha entre el descanso y la fatiga.

 

 

Saludos en el amor de Cristo.

 

Javier y Lidia

 

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