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El camino de Emaús

En la alegría de vivir un Cristo resucitado en este tiempo de Pascua, Jesús nos invita a encontrarnos con Él en su amor, pues nos anda buscando, y aunque a veces le damos la espalda, y en ocasiones se acaban nuestras ilusiones, la esperanza se pierde, y llegan las dudas, temores, tristezas, decepciones. Justo allí es cuando aparece nuestro Señor haciéndose el encontradizo y nos busca con amor.

 

Tal vez en estos momentos difíciles cuando estamos pasando por luchas o desiertos y el miedo no nos permite ser felices, Jesús nos invita tener confianza en la Resurrección, a creer que Cristo venció a la muerte, nos invita a caminar a nuestro lado, como lo hizo con los discípulos de Emaús:

 

"El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?». Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?». Él les preguntó: «¿Qué cosa?». Ellos le respondieron: «Lo de Jesús el Nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel y, sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?». Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían

 

a Él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!». Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces  ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan."  (Lucas 24, 13-35).

 

Ciertamente, la dureza de nuestro corazón hace, en primera instancia, que no podamos reconocer a Jesús como el alivio de nuestras cargas, no lo reconocemos, no lo sentimos. Y hasta podemos llegar a decepcionarnos de Dios. Pero basta una apertura de nuestra parte hacia su amor para que Él nos llene a tal punto que nuestro corazón arda. El relato de los discípulos de Emaús nos lleva a analizar tres puntos importantes: 

 

1) La Palabra de Dios es esencial para suavizar nuestro corazón. Es necesario cultivar el hábito de la lectura Bíblica.

2) Seamos generosos para invitar a Jesús en nuestra casa. Del modo en que tratamos a los demás, así lo hacemos con Jesús.

3) Recibamos el Pan que nos da Jesús. Recibir la hostia consagrada en la Eucaristía nos hará más cercanos a nuestro Señor.

 

Jesús quita todo sentimiento de temor, incertidumbre y decepción. Él transforma lo viejo en nuevo. No tomemos una decisión sin detenernos a considerarla delante de Dios.

 

Renovemos nuestra vida amando a Jesús, amándonos a nosotros y amando a los demás:

 

"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". (Lucas 10, 27)

 

Bendiciones en Jesús y Mamita María

Lidia

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Comentarios: 1
  • #1

    JOSE GUSTAVO ALDANA AGUILAR (domingo, 13 agosto 2023 10:08)

    gustoaldana@yahoo.es
    fedevocionvirgendelcarmen@gmail.com

    Gran aporte a la fe , devocion en Jesucriston resucitado,,,Bendicioes