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El máximo grado de perfección humana es la santidad (Parte 3)

La motivación por excelencia para imitar a Cristo y llevar una vida apegada a la santidad, es saber que después de nuestra vida terrena, Dios nos tiene preparada una Vida Eterna.

 

Una persona que no conoce a Dios, cree que la muerte es el final. Pero una persona que sí conoce a Dios, sabe que la muerte es el comienzo de la felicidad eterna. 

 

La santidad es fortalecer día a día nuestro rechazo al pecado, por ello, cuando vivimos en santidad, los resultados del pecado deben hacer doler nuestro corazón. El arrepentimiento es una virtud de un santo. Vivir en los caminos de Dios es sentir un dolor de corazón por las ofensas cometidas a Dios, a nosotros mismos, a los demás y a la naturaleza.

 

Entender la vida en santidad, nos permite tener la certeza de que Dios es pureza absoluta y así se debe intentar vivir. En una vida llena de Dios, lo impuro no tiene espacio. Cuando no sabemos cómo comenzar un camino en santidad, lo primero que debemos hacer es sentirnos necesitados de Dios, sedientos de su amor, hambrientos de su misericordia. Conocer y experimentar a Jesús en su ejemplo, nos permitirá dejarnos amar por Él a través de su gracia. Mientras más débiles nos sintamos, debemos aumentar nuestra fe y confianza en su poder: "Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte." (2 Corintios 12, 10).

 

 

NUESTRA SANTIDAD FLORECE POR LA GRACIA DE DIOS, LA REDENCIÓN DE JESÚS Y LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO

 

Debemos amar Jesús con toda nuestra vida y compartirlo a los demás mediante una adecuada vida cristiana. Jesús es el camino al cielo, Él es el único que nos puede santificar. Este es el principio básico de la santidad.

 

Si por el primer Adán, el pecado rompió la armonía entre el ser humano y Dios; por el segundo "Adán": Jesucristo, Dios ha restablecido una nueva alianza. Jesús transformará nuestros cuerpos corruptibles en cuerpos gloriosos. Jesús es quien nos da vida nueva, vida en santidad. Dios promete que por medio de Jesús, nuestra victoria en el paraíso será una realidad:

 

"Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual. Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. (1 Corintios 15, 42-45)

 

  

Ninguno de nosotros puede convertirse en santos por nuestros propios méritos. Alcanzar la santidad es posible únicamente por la gracia de Dios. Todo lo bueno que vayamos haciendo en nuestra vida, se lo debemos a Jesús. El Espíritu de Dios nos dará la fuerza para crecer en santidad.

 

La santidad es personal y única. El tiempo de Dios y el contexto para cada persona es diferente. La obediencia a nuestro Padre Celestial es clave, de la misma forma que Jesús fue obediente a Dios. Si experimentamos problemas o sufrimientos, que sea una motivación para aferrarnos a Dios y salir victoriosos en su Santo Nombre.

 

 

17 GRADOS DE PERFECCIÓN

 

 

San Juan de la Cruz nos muestra una escala de perfección en santidad. En la medida de nuestras posibilidades, trabajemos en cada punto. Dios no nos exige más de lo que podamos. Pero sí basta hacer cada esfuerzo -por pequeño que sea- con amor para llegar a la meta del paraíso:

  1. Por nada de este mundo cometer pecado, ni siquiera venial con plena advertencia, ni imperfección conocida.
  2. Intentar ir siempre en la presencia de Dios, según las obras que se estén haciendo.
  3. Evitar palabras y acciones que Cristo no pudiera  decir o hacer si estuviera en nuestro actual estado físico.
  4. Intentar en todas las cosas la mayor honra y gloria de Dios.
  5. Por nada del mundo dejar la oración mental que es el alimento del alma.
  6. No omitir el examen de conciencia, bajo pretexto de estar ocupados, y por cada falta cometida, hacer alguna penitencia.
  7. Tener un gran arrepentimiento por el tiempo no aprovechado o que se haya escapado sin amar a Dios.
  8. En todas las cosas, altas y bajas, tener a Dios como fin, pues de otro modo no se crecerá en perfección y mérito.
  9. Nunca faltar a la oración, y cuando se viva la aridez y dificultad, perseverar en ella, porque Dios quiere muchas veces ver lo que hay en el alma y eso no se prueba en la felicidad.
  10. Buscar sencillez en nuestros actos, tener un alma pequeña y engrandecer a Cristo en nuestra vida.
  11. Nunca entrometerse en aquello que no nos fuera encargado, ni discutir sobre algo aunque se tenga la razón. Al fin y al cabo las cosas de Dios valen la pena, las cosas del mundo no.
  12. No involucrarse en pecados ajenos, esa ocupación es causa de distracciones y menosprecia el espíritu. Un consejo y una oración de intercesión basta.
  13. Buscar siempre confesarse con profundo conocimiento de la propia miseria y con sinceridad cristalina.
  14. Aunque las cosas de obligación y oficio se vuelvan difíciles y molestas, no por eso se debe desanimar, porque no siempre será así, y Dios, que prueba el alma simulando trabajo en el precepto, en breve te hará sentir bien y en ganancia.
  15. Recordar siempre que todo lo que pasa, sea próspero o adverso, viene de Dios, para que así no se caigamos en soberbia por un lado, ni en desánimo por otro.
  16. Recordar siempre que no se llegó santo sino para ser santo y, así, no consentir que reine en el alma lo que no conducirá a la santidad.
  17. Ser siempre amigo de dar alegría a los otros más que a uno mismo, y así, en relación al prójimo, no tener envidia ni predominio. Entiéndase que esto se refiere a lo que está de acuerdo con la perfección porque Dios aborrece a los que no anteponen lo que le agrada al beneplácito de los hombres.

 

 

PLAN DE VIDA CRISTIANA

 

Una vida cristiana se edifica con un plan. Un santo, mantiene un plan de vida cristiana:

  • Levantarse a hora fija.
  • Ofrecimiento de obras, oraciones de la mañana y un rato de conversación con Dios.
  • Santa Misa y comunión con la mayor frecuencia posible. Hacer después unos minutos de acción de gracias.
  • Ángelus y Santo Rosario a la Virgen.
  • Visita al Santísimo Sacramento.
  • Dedicar unos minutos a la lectura espiritual.
  • Antes de acostarse, breve examen de conciencia.
  • Acudir con frecuencia y regularmente al sacramento de la confesión.
  • Siempre ofrecer el trabajo bien hecho a Dios y convertir toda la vida en un servicio generoso a los demás.
  • Si lo haces así, tendrás alegría y darás alegría a los que te rodean.

 

 

ORACIÓN PARA IMITAR A JESÚS

 

Yo te amo Señor Jesús, te creo y te reconozco como mi Señor y Salvador. Te alabo y te glorifico porque eres Rey, eres Soberano, eres amor puro, eres luz y pureza, eres paz y alegría. Eres lo que mi vida necesita para alcanzar el cielo. Bendito Jesús, quiero ser tu amigo, quiero tomar de tu mano y recibir tus bendiciones. Dame un corazón dócil como el tuyo, dame fuerza y valor para apartarme del pecado, enséñame a imitarte, quiero ser como Tú, quiero ser santo, quiero agradar a Dios. Quiero ser feliz a tu lado y ser luz para otras personas. Amén.

 

 

 

Recuerda esto:

 

Una oración de rodillas permite fluir nuestra comunicación con Dios de manera eficiente. La santidad se logra imitando a Cristo y recibiendo su gracia. Lo más grato de buscar la santidad es apegarse a Dios y alejarse de lo negativo del mundo. El perdón libera y fortalece la santidad. Cuando sea necesario, involucrémonos en la batalla espiritual en el momento en que Dios sea atacado u ofendido, todo con sabiduría. Tengamos espíritu de servicio. Apoyémonos en nuestra Madre María, confiemos en su amor maternal, Ella nos llevará al cielo de forma más sencilla.

 

No olvidemos que nuestra meta es llegar al cielo. Todo lo malo que dejamos atrás para seguir a Cristo, al final se convertirá en nuestro tesoro de bendiciones y fortaleza.

 

Al final de esta publicación, tienes un regalo de Dios: un libro de oraciones y versículos que te acompañarán en tu camino hacia el paraíso.

 

Con afecto,

Javier


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Comentarios: 1
  • #1

    Meri Emilia (domingo, 17 marzo 2019 21:30)

    Es ena oracion muy bonita