Epifanía significa: "manifestación". Al celebrar la Epifanía de Jesús, conmemoramos su manifestación a la humanidad.
Jesús se dio a conocer al mundo en tres eventos principales:
Epifanía de Navidad: Cuando Jesús nace, se da a conocer a todas las naciones ante los Magos de Oriente.
Epifanía de su bautismo: Cuando Jesús se manifiesta en el Jordán por medio de San Juan Bautista.
Epifanía de sus milagros: Cuando Jesús se manifiesta en las Bodas de Caná, con su primer milagro en vida pública, por intercesión de su Madre María.
Particularmente, la Epifanía de Navidad marca un acontecimiento importante en el Plan de Dios para la salvación universal de la humanidad. El relato completo de este acontecimiento lo podemos leer en el Evangelio de San Mateo (Capítulo 2, versículos del 1 al 12).
Los Magos de Oriente, representan a todas las naciones del mundo y a los pueblos paganos a los que Dios también les hace partícipes de la Salvación Divina por medio de Jesús. Los Magos de Oriente se encaminan al encuentro del Rey, del Salvador que ha nacido y buscan adorarlo: "«¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo»". (Mateo 2, 2).
Jesús es el salvador de toda la humanidad, sin excepción. Nosotros debemos ir en su búsqueda, a su encuentro, debemos buscar adorarlo y darle el lugar de Rey que le corresponde en nuestras vidas, debemos dejarnos llevar por su estrella, por cada señal que Dios nos muestre para alcanzar un encuentro de calidad con Cristo. Debemos ofrecerle lo mejor de nosotros, empezando desde nuestro interior: "Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra." (Mateo 2, 10-11).
El oro representa el reconocimiento de la Realeza de Jesús, el Rey Salvador. El incienso es símbolo de su divinidad, se reconoce a Jesús como Dios vivo. La mirra, se unta a Jesús como un ser escogido, líder y héroe de la humanidad, en alusión a la pasión y su victoriosa resurrección.
Así como los Magos de Oriente, busquemos fervientemente la luz de Dios en nuestro camino, sigamos sus señales y cuando encontremos a Jesús como nuestra luz, ofrezcámosle con alegría todo lo que tengamos. Así como antes, la señal fue una estrella, busquemos ahora seguir el Evangelio que anuncia a todos los pueblos el mensaje de Jesús.
Los Magos de Oriente, partieron desde tierras lejanas para buscar al Rey, y dejaron todas sus comodidades en su residencia, así debemos entender que seguir a Dios implica sacrificio, pero cuando se trata de Él, cualquier esfuerzo y trabajo vale la pena ya que las recompensas son infinitas y gratificantes.
Jesús se manifestará a nosotros en toda su plenitud, cuando tengamos la iniciativa de buscarlo, de encontrar su estrella, la guía que nos lleve a su encuentro. Jesús cambiará nuestra vida y la llenará de felicidad, si lo reconocemos como nuestro Rey. Jesús nos otorgará su Santo Espíritu y nos llenará de dones, pondrá calma a nuestras angustias, si lo adoramos y nos ofrecemos a nosotros mismos para que sea Él quien nos renueve en una verdadera Epifanía de felicidad.
Recuerda esto:
Buscar a Jesús trae grandes recompensas en nuestras vidas, aunque haya sacrificio y esfuerzo de por medio. Seamos sensibles a su llamado y a sus señales. Alejémonos de todo aquello que busque dañar nuestra relación de amor con Jesús. Adoremos a Jesús en la Eucaristía, en la oración, en la alabanza. Adoremos a Cristo en su Presencia en el Santísimo, no perdamos la oportunidad de hacerlo al menos una vez al mes.
Puede que en algún momento perdamos de vista "la estrella" que nos lleve a Jesús, pero aun así, mantengámonos firmes en nuestra fe hasta que volvamos a ver su luz.
Y por último, seamos nosotros mismos una estrella de luz que pueda guiar a otras personas a su encuentro con Jesús.
Con afecto,
Javier
Escribir comentario